He encontrado este fragmento en el libro que estoy leyendo de Walter Dresel – Toma Un Cafe Contigo Mismo y me ha recordado lo que me ocurrió, hace ya, algunos años en los que volví a renacer.
Para los que estén atravesando ese complicado pero maravilloso momento de renacer otra vez y para los que aún se sientan perdidos, deseo que este corto relato les dé alas y esperanzas para conseguirlo.
En el comienzo dudaba de que fuera posible resistir hasta el fin.
Hubo tiempos de ira, dolor, tristeza y sufrimientos; tiempos en los que me pregunté: ¿por qué yo?
Pero un día hubo un destello de luz y luego, otro.
Las nubes empezaron a abrirse y pude ver más allá de ellas.
Los ratos de contento, de sentirme segura, fueron sumando más, que los de miedo y melancolía.
Se tejieron nuevas amistades; la desolación, la falta de confianza en mi valer, se fueron convirtiendo en firmeza, en resolución.
Era como pasar de las tinieblas a la luz, con una nueva sensación de poder.
Ahora comprendo que en mi pasado hay cosas que no puedo alterar; lo que puedo es impedir que manden sobre mi vida y mi felicidad.
Sé que esta parte de mi vida jamás se irá del todo, pero el lugar que ocupa en mi existencia es menos prominente.
He empezado a permitir que otras ideas pueblen mi mente.
Tengo un mejor conocimiento de mis misma, de mis debilidades y de mis puntos fuertes.
Ya no temo poner limites.
Empiezo a disfrutar otra vez de la vida y a pensar en el futuro.
Ahora puedo ver todo este tiempo tal como fue: un tiempo de crecimiento, de descubrimiento de mi misma, de curación.
Anna Marie Edwards