Estar permanentemente ocupado suprime nuestra capacidad de pensar creativamente.
Puede ser que estar ocupados nos haga más productivos pero es seguro que no nos hará más creativos. Casi siempre las mejores ideas surgen cuando estamos sin hacer nada, en momentos de ocio, de contemplación, cuando no pensamos en nada y dejamos vagar la mente.
Una investigación reciente muestra como la creatividad se ve afectada cuando estás constantemente ocupado.
Ser capaz de cambiar entre enfoque y soñar despierto es una habilidad importante que se reduce por el ajetreo insufrible. Como escribe Emma Seppälä:
La idea es equilibrar el pensamiento lineal, que requiere un enfoque intenso, con el pensamiento creativo, que nace de la ociosidad. Cambiar entre los dos modos parece ser la forma óptima de hacer un buen trabajo creativo.
Pero ella no es la primera en señalar esto. El neurocientífico Daniel Levitin escribió algo similar en su libro de 2014, *The Organized Mind, él dice que la sobrecarga de información nos mantiene sumidos en el ruido. Esto nos debilita no solo de la fuerza de voluntad (de la cual tenemos una cantidad limitada) sino también de la creatividad. Utiliza un lenguaje ligeramente diferente al de Seppälä: el pensamiento lineal es parte de la red ejecutiva central, la capacidad de nuestro cerebro para enfocarse, mientras que el pensamiento creativo es parte de la red de modo predeterminado de nuestro cerebro.
La creatividad activa el modo de soñar despierto del cerebro directamente y estimula el flujo libre y la asociación de ideas, forjando vínculos entre conceptos y modos neuronales que de otro modo no podrían realizarse.
Involucrarse creativamente requiere presionar el botón de reinicio, lo que significa dejar espacio durante el día para parar, meditar o mirar hacia la nada. Esto es imposible cuando cada momento libre, en el trabajo, en un semáforo en rojo, estás buscando tu teléfono. El sistema de atención del cerebro se acostumbra a la estimulación constante; te vuelves ansioso e irritable cuando no tienes esa información. Eres adicto al ajetreo.
Y eso es peligroso para la calidad de vida. Como señala Seppälä, muchas de las mentes más grandes del mundo hicieron importantes descubrimientos sin hacer nada en absoluto. Nikola Tesla tuvo una idea sobre la rotación de campos magnéticos en una caminata tranquila en Budapest; A Albert Einstein le gustaba relajarse y escuchar a Mozart en los descansos de las intensas sesiones de pensamiento.
Rindiendo homenaje al aburrimiento, una herramienta valiosa en la era de la sobrecarga, el periodista Michael Harris escribe en The End of Absence que comenzamos a valorar sensaciones sin importancia y fugaces en lugar de lo más importante:
Tal vez ahora necesitemos diseñar la escasez en nuestras comunicaciones, en nuestras interacciones y en las cosas que consumimos. De lo contrario, nuestras vidas se convierten en una transmisión de código Morse que carece de interrupciones: un enjambre de ruido que cubre los valiosos datos que se encuentran debajo.
¿Cómo desconectarse en un momento en que los jefes, compañeros y amigos exigen la conexión? Seppälä hace cuatro sugerencias:
1. Haz una caminata larga, sin tu teléfono, como parte de tu rutina diaria
2. Sal de tu zona de confort
3. Dedica más tiempo a la diversión y los juegos
4. Alterna entre hacer un trabajo enfocado y actividades que son menos exigentes intelectualmente
Las investigaciones muestran que el miedo a «qué nos estamos perdiendo» cuando estamos sin hacer nada, aumenta la ansiedad y tiene un peaje en nuestra salud a largo plazo. De todas las cosas que hay que sufrir, el pensamiento creativo es una de nuestras mayores pérdidas. Independientemente de tu vocación, una mentalidad flexible abierta a nuevas ideas y enfoques es invaluable. Perderlo sólo para comprobar el último tweet o publicar un selfie irrelevante es una tragedia evitable.
*Levitin revela cómo las nuevas investigaciones sobre la neurociencia cognitiva de la atención y la memoria pueden aplicarse a los desafíos de nuestra vida cotidiana.
AUTOCONOCIMIENTO INTEGRAL 